A mi Familia.
Desde la tierra herida por mis deseos,
atento estoy a veros
juntos,
Por esos deseados,
caminos.
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Soledades
Antonio Machado
Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano.
Hoy tiene ya las sienes plateadas,
un gris mechón sobre la angosta frente; y la fría inquietud de sus miradas
revela un alma casi toda ausente.
Deshójanse las copas otoñales
del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales, se pinta, y en el fondo del espejo.
El rostro del hermano se ilumina suavemente. ¿Floridos desengaños dorados por la tarde que declina? ¿Ansias de vida nueva en nuevos años?
¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó —la pobre loba— muerta. ¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?
¿Sonríe al sol de oro,
de la tierra de un sueño no encontrada;
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