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12 oct 2012

¡Ay Ramona!. Os recuerdo.

Kubala  y Ramona. En su  memoría.

Conversación en mi memoria.

¡Ay Ramona, tú matar matarasme, pero yo morir moriré como un héroe. 

¡Coño, Ramona, manquesme!. ¡Voy mazcate y luego quéxate!.

Quita paya, voy salir.
¡Si, pa dir a gastar les perres a Bartolo, eh!.
 Non, d'aqui nun sales vivu, rediós.

Con seis años, en la tarde tarde de un día más de mi vuelta a casa desde el colegio, a la altura de la casa de Ramona, Kubala y sus muchos hijos, oí este quejido.

Me acerqué a la ventana que llegaba al suelo. Subí el peldaño y me cogí a la barra de hierro que la atravesaba a la altura de mis ojos. Allí, y ocupando toda la ventana, estaba el enorme culo de Ramona. 

Con una escoba azotaba con cierta fuerza a Kubala, que debajo de la cama se guardaba, mientras se lamentaba de tan poca comprensión de Ramona con su borrachera. Al fin y al cabo, como la de casi todos los días.

Otros días veía a Kubala empujar a Ramona, que no respondía. Eran los menos días, pues era cuando Kubala no estaba borracho.

No sabia que Kubala y Ramona se maltrataban. ¿Que hubiera tenido que hacer?.

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