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27 nov 2013

Nabucodonosor

NABUCOdonosor

La profecía

(Las fieras del desierto tendrán en
Babilonia su guarida; también los
lobos y lechuzas habitarán allí.
(Jeremías LI)

Cuadro Primero

(jardines colgantes)

Escena Primera

(Abigaille está sentada en el trono rodeada de adivinos y nobles. De pie, junto a una enorme estatua del dios Baal aparece el Sumo Sacerdote. Hombres, mujeres y soldados)

PUEBLO
Es Asiría una reina tan poderosa en la tierra como Baal. A todo extranjero que la desafía le lleva la destrucción. Pero su pueblo, como justo premio por su valor,
pasa los días feliz entre la alegría y el amor.

GRAN SACERDOTE DE BAAL
(a Abigaille)
¡Señora, que regís el destino de Asiría, escuchad los ruegos de vuestros fieles!

¡Que mueran todos los impíos hijos de Judá,y el primero de ellos sea aquella a la que no me atrevo a llamar hermana!

¡La que traicionó a Baal!...

(le presenta una sentencia)

ABIGAILLE
(fingiendo sorpresa)

¿Qué me pedís?

Escena Segunda

(Aparece Nabucodonosor, vestido pobremente y con barba enmarañada. Los guardias, con el viejo Abdallo al frente, le ceden el paso)

ABIGAILLE
¿Pero quién se acerca?...

¿Quién se atreve a desobedecerme?...

¡Que se lleven al viejo a sus aposentos!

NABUCODONOSOR
(siempre enajenado)

¿Quién se atreve a hablar en presencia de Nabucodonosor?

ABDALLO
(respetuosamente)

¡Vamos!... ¡Señor, seguidme!

NABUCODONOSOR
¿Adónde me quieres llevar? ¡Déjame!

¡Esta es la sala del consejo!

¡Déjame! ¡Esos me esperan!...

¿No los ves?...

¿Por qué me sostienes por el costado?

Estoy débil, es cierto, pero ¡ay si alguien se percata de ello! Quiero que todos me crean fuerte ...

¡Deja, ya encontraré mi asiento yo solo!

(ve a Abigaille sentada en el trono)

¿Quién es esa mujer?

¡Oh, qué afrenta!

ABIGAILLE
(descendiendo del trono)

¡Dejadnos solos, fieles míos!

(todos se retiran menos Nabucodonosor y Abigaille)

Escena Tercera

NABUCODONOSOR

Mujer. ¿Quién eres?

ABIGAILLE

Aquí vine para custodiar tu trono...

NABUCODONOSOR

¿Tú?... ¿A mi trono? ¡Impostora!

¿Tienes mi permiso para hacerlo?...

¡Impostora!

ABIGAILLE

Estabas enfermo...

El pueblo quería ir contra el hebreo rebelde...

¡Tienes que firmar la sentencia!

(mostrándole el decreto)

Aquí se pide muerte de los rebeldes...

NABUCODONOSOR

Pero ¿qué dices?...

ABIGAILLE

¡Firma!

NABUCODONOSOR

¡Me preocupa un presentimiento!...

ABIGAILLE

¿No estás dispuesto?...

En ese caso: ¡Hebreos, elevad himnos de gloria a vuestro Dios!

NABUCODONOSOR

¡Qué oigo!

ABIGAILLE

¡Atormentado por el desequilibrio, Nabucodonosor ya no es el mismo!

NABUCODONOSOR

¡Mentira!

¡Que muera, que muera Israel entero!

¡Dame!

(Estampa la firma sobre el pergamino y se lo da a Abigaille)

ABIGAILLE

(con alegría)

¡Oh que suerte la mía!

¡Ya no queda ningún obstáculo!

NABUCODONOSOR

¡Oh! Pero... ¿y Fenena?

ABIGAILLE

¡La desgraciada se entregó al falso Dios!

(intenta marcharse)

¡Que muera!

(Entrega el pergamino a los guardias que se lo llevan inmediatamente.)

NABUCODONOSOR

(trata de impedirlo)

¡Es sangre de mi sangre!

ABIGAILLE

¡Nadie puede salvarla!

NABUCODONOSOR

(dándose cuente de lo que ha firmado)

¡Qué horror!

ABIGAILLE

Tienes otra hija...

NABUCODONOSOR

¡Arrodíllate esclava, ante tu señor!

ABIGAILLE

¡Imbécil!... ¿Quién puede oírte?...

¿Esclava yo?... ¿Yo?

NABUCODONOSOR

(busca el documento que atestigua el humilde origen de Abigaille)

¡Has de saber la verdad!

ABIGAILLE

(extrae el documento de su propio seno y lo hace pedazos)

¡Así te devuelvo, miserable, el documento mentiroso!

NABUCODONOSOR

(para sí)

¡Qué horrible vergüenza cae  sobre mis cabellos encanecidos!

¡Es inútil que mi diestra fría busque la temida espada!

¡Ah! ¡Desgraciado viejo!

¡Eres la sombra de un rey!

ABIGAILLE

(para sí)

¡Oh! ¡al fin llegaste de ambicionada gloria!

NABUCODONOSOR

(para sí)

¡Desgraciado de mí!

ABIGAILLE

(para sí)

¡Mucho más vale el trono que un padre perdido!

¡Por fin caerán los pueblos al pie de la vil esclava!

NABUCODONOSOR

(para sí)

¡Ah, desgraciado viejo!

ABIGAILLE

(para sí)

Caerán a los pies, etc.

(se oye el sonar de trompetas)

NABUCODONOSOR

¡Ah! ¿Qué es ese sonido?

ABIGAILLE

¡El sonido de muerte para los hebreos que tú condenaste!

NABUCODONOSOR

¡Atención, guardias!...

¡He sido traicionado! ¡Guardias!

(llegan varios soldados)

ABIGAILLE

¡Estas loco! ¿Y aun te resistes?...

¡Yo guardaba estos soldados para llevarte preso!

NABUCODONOSOR

¿Preso?...

ABIGAILLE

¡Sí, preso de una esclava que desprecia tu poder!

NABUCODONOSOR

¡Vamos, perdona, oh, perdona a un padre que delira!

¡Venga, devuélveme la hija no prives de ella a un padre!

Que la gente de Asiría te llame reina y señora.

¡Este viejo no te pide más que la que es vida para su corazón!

ABIGAILLE

¡Sal de aquí!...¡Me pides paz en vano, tus lágrimas no me enternecen!

¡No eras así cuando me destinabas al deshonor!

NABUCODONOSOR

¡Ah perdona!

¡Venga, perdona,...

ABIGAILLE

¡Es en vano!

¡No me conmueve tu llanto ...

¡Sal de aquí!

¡Ahora se verá si a esta esclava le desdice el manto real!

¡Ahora verán si yo empañaba la grandeza de Asiría!

NABUCODONOSOR

¡Ah perdona!...

Cuadro Segundo

(Las riveras del Éufrates)

Escena Cuarta

HEBREOS
¡Vuela pensamiento, con alas doradas, pósate en las praderas y en las cimas donde exhala su suave fragancia el aire dulce de la tierra natal!
¡Saluda a las orillas del Jordán y a las destruidas torres de Sión!
¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada!
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Arpa de oro de los fatídicos vates,
¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?
Revive en nuestros pechos el recuerdo,
¡háblanos del tiempo que fue!
Canta un aire de crudo lamento
al destino de Jerusalén
o que te inspire el Señor una melodía que infunda virtud al partir.

Escena Quinta

ZACARÍAS

Oh, ¿quién llora?...

¿Quién eleva lamentaciones al Eterno como si fuera una mujer cobarde?

¡En pie, el Señor habla por mi boca!

Sé leer en el vacío del futuro...

¡Las indignas cadenas están ya rotas!

¡Se lanza ya a la pérfida arena el furor del león de Judá!

HEBREOS

¡Oh, futuro feliz!

ZACARÍAS

Hasta aquí llegarán las hienas y sierpes a dar cuenta de los cráneos y huesos.
Entre el polvo movido por el viento, reinará un silencio fatal.
Sólo la lechuza cantará con su triste deje cuando caiga la tarde...
¡Ni una piedra indicará al visitante
donde se irguió la altiva Babilonia!

HEBREOS

¡Oh, que fuego emana del anciano!

¡Por su boca habla el Señor!

¡Sí, que se rompa la indigna cadena, el valor de Judá reaparece!

ZACARÍAS

¡Ni una piedra indicará...

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