Una persona de 87 años ingresa en Centro de Atención Médica Hospital donde es asistida de Insuficiencia Cardiaca por míocardiopatía degenerativa. A los quince días es dada de alta con la insuficiencia cardiaca resuelta.
Al llegar a su domicilio su familia aprecia que no tiene fuerzas para sostenerse de pié.
Al asistirla precio que ha perdido una importante masa muscular tan intensa y extensa que no se aprecian relieve se musculares en sus piernas; es decir, no había sido asistida como persona sino como un corazón degenerado. Es decir, se trató una Insuficiencia Muscular Miocárdica y no una Persona con Insuficiencia Muscular Degenerativa (puede que se diga por los desconocedores y si por los sabedores, sarcopenia, como epitafio del angosto espacio y tempo de una atención sanitaria, o de prestación de unos recursos -no humanos-)
Por otro lado, no se ha tenido en cuenta que el fin de la ASISTENCIA MÉDICA es la REINTEGRACIÓN SOCIAL DE LA PERSONA.
¡Así siguen las cosas!. En mi vida profesional siempre asistí a este modo de asistencia médica, no es nada nuevo.
No es moral, no es ético y, también, no es legal,... ¡Tenemos una Constitución! Y una Ley General de Sanidad que nos hemos puesto -no impuesto- voluntariamente y que no nos viene en los genes, por lo que tenemos que educarnos en ellas; desde que nos concebimos hasta que nos enlutamos.
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