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30 ene 2013

A mi hija Laura Mazuren



Una lectura necesaria es "El mundo de ayer" de Stefan Zweig.

Le quiero dedicar esta lectura a mi hermosa hija Laura, el corazón, rosa, de esta familia.

Reproduzco el Prólogo de la obra que, por sí mismo, me da el sosiego.

Asustado por el cambio operado en el mundo, asustado por el derrumbe
de los principios filosóficos, morales y religiosos que significan estos
cambios, he querido dejar un relato de cómo era el mundo que se
derrumba, cómo se entendían esos principios éticos que menciono y
cómo se aplicaban a la vida diaria, no vaya a ser que el equivocado sea
yo y que está justificado el proceder materialista de las nuevas generaciones.
Desde luego, yo comprendo que las costumbres, las ideas, la forma de
ver las cosas tienen que variar con el transcurso del tiempo, pues si no
fuera así seguiríamos viviendo en las cavernas; pero, existiendo principios
eternos filosóficos, morales y religiosos que han perdurado desde
hace milenios, se me hace difícil entender por qué hoy han dejado de
ser eternos sin ser reemplazados por otros mejores.
Creo que el principio de la filosofía kantiana, del "Obra de modo que
la razón de tu acción pueda ser elevada a norma universal de conducta"
sigue siendo válido, porque pertenece a esos principios inmutables que
han permitido que la humanidad haya subsistido, haya progresado y
haya alcanzado el nivel elevado que tiene. Pero lo que se me hace incomprensible
es la causa por la que hoy, para la gran masa humana, han
dejado de tener valor y de ser aplicados en el diario vivir.
Si pensamos que la causa de ello es el extraordinario desarrollo de la
técnica y de la ciencia, que trata de destruir con argumentos materiales
principios espirituales, tendríamos que convenir que sólo somos unos
primates dentro del orden zoológico, pero sería inexplicable cómo ese
primate y no los demás animales ha podido llegar a comprender la profundidad
del pensamiento cristiano, que ha perdurado durante dos mil
años sin perder la exactitud del razonamiento que contiene.
Por eso, asustado por la forma cómo el mundo se transforma en un
conjunto de seres que desconocen lo hermoso del pensamiento humano,
y que hasta se vanaglorian de su agnosticismo, he querido hacer un
recuerdo del mundo en el cual todavía existían baluartes como el amor,
el honor, la virtud, la belleza y la moral, que hoy se van esfumando.

1 comentario:

  1. Y lo veo ahora... Gracias Papuchón. Lo leeré ^_^

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