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11 jul 2013

Lughio en el Castru

Conscientes del vasto horizonte que la fe les abría, los cristianos llamaron a Cristo el verdadero sol, « cuyos rayos dan la vida »

Los lughones adoraban al Sol que todos los días les daba la vida y les conducía por el buen obrar, por el buen camino.

Los lughones ponía piedras en el cruce de los caminos para ayudarles a tomar el buen camino.

Lughio, al día siguiente de haber estado con su familia en el Cuetu, al salir el sol se condujo en su búsqueda para encontrarse con otra familia suya en un lugar que dieron en llamar El Castro. Allí llegó a media mañana con la figura de lughon en la mano con la que sus parientes le despidieron pidiéndole volviera visitarlos y, para que lo reconocieran los parientes del Castru.

Allí llegó a medio día. El camino se continuaba al sureste, hacia Vallbona como le habían dicho sus parientes del Cuetu. 

Allí, tambien rodeada de talanquera habia cuatro habitaciones. Oronto salió una perra blanca que moviendo el rabo se puso amistosamente a mi lado. Era como Luci, la que me daba luz, alegría y que yo dejé en Lugonia.

al pronto salió un hombre prieto y bragado que me dijo. tu eres Lughio, el hijo de mi hermano lughjoma. Yo soy tu tio Lughgab.

¿Cómo está Lughjoma?. ¿Y tu madre Lughomar?. Bueno, ¿cómo está toda la familia?. ¿Y la Gran Familia?.

Tras quitarse las lágrimas que empañaban los ojos y quitárselas con la otra mano, exclamó: Ven, abraza a tú tío.

Cuando sentía apretar mi cuerpo con el suyo, vi aparecer una mujer menuda que levantaba sus manos saludando mi llegada y exclamando: ¡qué grande estás Lughio!.

Era mi tia que se seguía de un mocetón de mayor edad que yo. Al pronto pensé quera mi primo Lughgabhio.

Los tres a la vez me abrazaron, mientras Luci saltaba sobre mi para tocarme con sus fuertes patas.




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