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10 jul 2013

Lughio sigue


Allí, al abrigo de una roca, Lughio pasó la noche.

De mañana, la luz le despertó. Era un día claro, como si estuviera en el Truébano; la luz brillaba sobre una tenue neblina que cubría verde Vega, donde años más tarde Juana con su marido criará a Bernardo. Así llamaban al prieto mozo para no levantar sospechas de su noble origen si lo llamaban Bernaldo, como sus padres la Infanta Jimena, hermana del Rey Casto, y de su marido San Díaz conde del palacio del Rey y de sus tierras de Saldaña, le abrían bautizado en una noche serena por el acto que se celebraba. 

Lughio se subió al lugar más alto y quedó sorprendido al ver como su tierra llana se extendía hasta donde él estaba y hacia donde el sol venía. Y donde las tierras llanas se unían había una pequeña corona que dio en llamar "Cuetu", al ver que había una construcción de piedra en forma circular. En el lugar que se veía a lo lejos, no había piedras dispuestas como en Lughonia, como formando una talanquera, un muro, sino que se habian dispuesto rodeando un espacio en alto. Pensó que allí vivían humanos o habían vivido. 

Mas allá, del Cuetu, al comienzo de la gran llanura que se extendía al Este, ,había otra llanura rodeada de pequeñas montañas. Le hacían recordar a Villabona.
Así que pensó que allí podía haber una casa grande, por lo que tambien la llamó Valbona, por dustinguirla de Villabona. Eran iguales pero situadas en distinto sitio.

¡Que cosa más curiosa, los hombres hacemos cosas de modo parecido!. Bueno, ¿y si lo hacemos por ser familias que años antes nos separamos, como lo hizo mi familia al irse a vivir a Villabona?. Pues, ¿no vivirá en Valbona el hermano de mi padre, del que me habló diciendo que un día, al amanecer, se había ido sin decir nada?

No volveré a Lughonia sin saber que el tío pueda estar viviendo en Valbona, habiendo formado su familia. No volveré sin saberlo.

Tras esta reflexión, se puso en pié, miró al cielo, levantó sus brazos al suelo, y exclamó: ¡dios Lugh, ayuda a Lughio en la búsqueda de sus orígenes!

Tomó con firmeza su vara y tras colocar sobre sus hombros la ya vacía saca, dió un salto y se puso a caminar por el sendero pedregoso que le llevaba a la Vega. Sendero que sus hijas Alejandra y Laura, dicen que es nombrado como de Bernardo del Carpio y que el mismo comienza en la Plaza de la Leche, donde todos los días por la mañana Juana vendía la leche y, por las noches llevaba a Bernardo para ser atendido por sus padres, Doña Jimena y don Sanz.

Quiso ir a saber si en El Cuetu vivía gente, por lo que luego de tomar unas moras cercanas al lugar y carne seca que llevaba en su saco, descendió de la elevación rocosa donde había pasado la noche y se dirigió hacia donde venía el Sol.

Atravesó la Vega,dejando el llano al oeste, y se dirigió al este al encuentro de aquella elevación del terreno donde parecía habitaban humanos. 

Tuvo que atravesar el río que antes había hecho a través de los áraboles caídos en su cauce. 

Por dónde iba, el agua era mansa, pero profunda y negra. Tuvo que caminar hacia el oeste hasta encontrar que el río tenía abundantes piedras que le permitieron cruzarlo sin mojar sus pies. Era un lugar con grandes piedras, de ahí que los lugareños muchos años después al lugar le llamaron Los Peñones.  

Lughio no sabía que en aquel lugar cuando fuera joven muchos después comenzaría una "huerga" de autobuses. No lo sabía pero días más tarde soñó con tal suceso. Pero, que soñó y como lo hizo, en otra ocasión lo anotará en este diario.

Tras conseguir atravesar el río tuvo que retornar siguiendo su curso hasta encontrar como llegar al alto que quería subir.  Si, había humanos en su alto ya que se topó con un lugar pisado por humanos. No escuchaba a ningún humano, por lo que  entre rocas quedó hasta el atardecer.

Desde allí observó que la talanquera rodeaba  toda la montaña habitada, no era una sola parte como en Lughonia, ya que en esta su montaña les protegía del noroeste.

Cuando ya aparecieron las sombras del día, escuchó el ladrido de un perro. ¡Tenían perros!.

En poco tiempo se vio sorprendido por un perro como Lughnach, que se le encaró y tras refunfuñarle le enseñó sus colmillos y comenzó a ladrarle , siempre sobre una roca y a distancia. Lughio no consiguió convencerle para que callara, por lo que pronto llegaron dos humanos de mediana edad, parecidos a los suyos.

Hablaban entre sí, como lo hacían los Lughones. Le preguntaron quien era y que hacia allí. Lughio les dijo que era de Lughonia, de donde habita Lugh, el dios que creó todo. Ellos le señalaron al Nor-Occidente y el más alto dijo al otro: de la Montesona. El monte soñado por su pueblo. 

Lughio les dijo que el vivía con los suyos en el Monte Sagrado. Para ellos, la Montesona estaba al otro lado del Monte Sagrado, a cuyos pies había nacido.

Les preguntó como se llamaba el lugar donde ellos vivían. El Cueto, le respondieron.

Ah si, así le llamé yo por su forma.

Ven, acompáñanos, pasarás la noche con nosotros y hablaremos de nuestro Pueblo Grande.

Lughio, no tan sorprendido, les dijo, ¿vuestro Pueblo Grande y el mío lo llamáis  Asturias, como lo llamamos nosotros?

No tan sorprendidos, se volvieron unos a los otros, se miraron a los ojos y se dieron un fuerte abrazó, a la vez que Lughnacho ladraba y daba brincos.

¿Cómo se llama el perro?. ¿Lughnacho?, les dijo Lughio. Si, respondieron a la vez. Y, a la vez, preguntaron. ¿Cómo lo sabes?. 

Vamos, tenemos mucho de que hablar, les respondió Lughio, mientras sus ojos se llenaban de tanta lágrima que esta bajaba lentamente por sus mejillas.

¿Tu eres LughPaco y tú LughJoma?. Si. Respondieron extrañados de tanto saber. O, mejor, conocer, por parte del amigable lughon.



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