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24 sept 2013

El abismo del tiempo.

EL ABISMO EN EL TIEMPO
Lovecraft, H. P. 

Después de veintidós años de pesadilla y terror, en los que tan sólo me salvó la convicción desesperada de que ciertas impresiones procedían de una fuente mítica, todavía no me siento dispuesto a garantizar la verdad acerca de lo que creo que encontré en Australia Occidental la noche del 17 al 18 de julio de 1935. Hay motivos para creer que mi experiencia fue total o parcialmente una alucinación, para la cual, en verdad, existían causas en abundancia. Y, sin embargo, su realismo fue tan horrendo que, a veces, encuentro imposible toda esperanza.

Si «eso» ocurrió, entonces el hombre debe de estar preparado para aceptar conceptos del cosmos y de su propio lugar en el vértice vibrante del tiempo cuya mera mención es sobrecogedora. También el hombre debe ponerse en guardia contra un peligro acechante y específico que, pese a que nunca abarcará a toda la raza, puede imponer horrores monstruosos e inimaginables sobre ciertos infelices miembros de ella.

Por esta última razón apremio, con toda la fuerza de mi ser, para que se abandonen todos los intentos de desenterrar aquellos fragmentos de lo desconocido, cimientos primordiales que mi expedición se dispuso a investigar.

Dando por sentado que yo estuviera cuerdo y despierto, mi experiencia aquella noche fue tal como ningún hombre ha tenido nunca. Además, fue una temible confirmación de cuanto traté de descartar considerándolo mito y sueño. Piadosamente no hay pruebas, porque en mi miedo perdí el impresionante objeto que, de haberlo traído en realidad de aquel abismo nocivo, hubiera sido una evidencia irrefutable.

Cuando me tropecé con el horror estaba solo, y hasta hoy no he contado nada sobre él. Me fue imposible impedir que los demás excavaran en su dirección, pero la casualidad y las cambiantes arenas han impedido hasta ahora que lo encuentren. En este momento, tengo que formular una declaración definitiva, no sólo en beneficio de mi equilibrio mental, sino para advertir a cuantos puedan tomarse en serio lo escrito en estas líneas.

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