Ha muerto en accidente el cuerpo de Carmen, una amiga y esposa de un amigo, Serin.
Esta noche reflexioné sobre el recuerdo que tengo de ellos.
No has muerto, Carmen. La memoria me sigue. ¡Eterna vida, Carmen!. ¡Larga vida, Serin!. Estamos, somos generación.
Carmen, tu recuerdo. El de tu silencio, hablando. Un beso.
Pensando en vuestra memoria desde este triste momento de nuestra Nación, tomé a Cicerón, el pensamiento que trasciende.
A quien lea estas notas, recomiendo esta lectura y que lo haga en voz alta, trans-generacional.
Libro Segundo
Marco Tulio Cicerón
Cuando Scipion vió a todos sus amigos deseosos de escucharle, comenzó a hablar de esta manera:
Scipión.- Comenzaré citándolos unas palabras de Catón el viejo, a quien, como sabéis, siempre he profesado cariño profundo y más profunda admiración; a cuya influencia me entregué por completo desde la juventud, tanto por consejo de mis padres, natural y adoptivo, como por mi propio gusto, y a quien jamás me cansé de escuchar: tanta era su experiencia en los negocios públicos, que había dirigido en paz y en guerra por tanto tiempo y con tanta gloria: ¡tan mesurado encontraba su lenguaje, grave y agudo a la vez, tan celoso de instrucción su espíritu y de propagar la instrucción, y tan conforme su vida entera con sus palabras!.Frecuentemente decía que nuestro gobierno era superior al de las demás naciones, porque estas solamente habían tenido hombres aislados que habían constituído repúblicas a su manera, dándoles leyes e instituciones particulares; Creta, de Minos; Lacedonia, de Licurgo; Atenas, cuya constitución ha experimentado tantos cambios, de Teseo, después de Dracón, de Solón, de Clistenes, y posteriormente de otros muchos, hasta que extenuada y moribunda las recibió de un varón sabio, Demetrio de Falerio, que la reanimó un poco, mientras que nuestra República no ha sido constituída por un ingenio solo, sino por el concurso de muchos; ni se consolidó por una sola edad, sino por el transcurso de bastantes generaciones y bastantes siglos. No es posible encontrar un ingenio tan grande, que todo lo abarque; y el concurso de todos los varones esclarecidos de una época no conseguiría, en achaques de previsión y prudencia, suplir las lecciones de la experiencia y del tiempo. Voy, pués, siguiendo su ejemplo, a remontarme en mi discurso al origen del pueblo romano, agradándome emplear esta frase de Catón. Además, con mayor facilidad conseguiré mi propósito si os presento nuestra República en su origen, en sus primeros progresos, en su juventud y vitalidad, que si, como el Sócrates de Platón, acudiese a una imaginaria.
Habiendo aprobado todos, continuó diciendo
Scipión.- ¿Acaso existe alguna otra república cuyo origen sea tan brillante, tan conocido de todos como la fundación de esta ciudad por Rómulo?. Marte fue su padre ( respetemos una tradición, no solamente muy antigua, sino que también muy sabia, pensando, como nuestros mayores, que los bienhechores de los hombres, no solamente recibieron de los Dioses, no solamente el talento, si que también la generación). Dícese que poco después del nacimiento de Rómulo, fué abandonado con su hermano Remo en las orillas del Tíber, por orden de Amulio, rey albano, temeroso de que algún día vacilase su poder; amamantado allí por una fiera, unos pastores recogieron a poco al niño, educándole en los rudos trabajos del campo: creció, y por sus robustas fuerzas y energía de ánimo adquirió tanta superioridad sobre sus compañeros, que todos los que habitaban los campos donde hoy se alza esta ciudad, se le sometieron de buen grado. Puesto a su frente, añaden dejando la fábula y pasando a la realidad, se apoderó por asalto de Alba Longa, ciudad muy fuerte y poderosa en aquellos tiempos, y mató al rey Amulio.
Conseguida esta victoria, díc. ese que imaginó por primera vez fundar una ciudad, consultados los auspicios, y establecer un Estado"
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