Desde que Europa fue raptada, sus hombres no han dejado de avistarla y en su largo éxodo seguimos en su busca, tomaremos manso al bravo toro que un día raptó a nuestra Madre. De él la tomaremos para rehacer nuestra Familia, elegida entre las elegidas.
Las envidias han llevado a las injurias entre hermanos. A luchas fratricidas por envidiar a Abel, aquel Caín.
No dejaremos en el camino hacia Europa a ningún hermano creído Caín. Con el Pendón entre los dientes y con los muñones asido contra el pecho, nunca nos daremos por vencidos.
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