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3 mar 2013

Te siento. Llegaste a mi. ¿Para qué vienes a mi?

Hoy, mientras desayunaba, sentí venir a mi la sensibilidad perdida.
La sentía, pero no era la recordada mía.

No la reconocí.
Y educado quise mirarla,
Sin desprecio.
No pude.
Sentir, ha sido.
No reconozco en tí,
Lo que para mi,
Has sido.

Querer sentir,
Quiero, si.
Lo que un día sentí,
No lo reconozco entí.

Quiero, quiero
Sentir,
Como un dia lo hice.

Gocé de tí.
Ahora sé que no llegué,
a lo que dura.
Nunca creí perderte.
Perdida,
Quiero volver a tí.
Sé que no puedo.

El invierno no acaba.
La primavera no comienza.
Yo sigo.
Algún día gozaré
En tí.
De lo que dura.


Recomiendo la poesía de José Hierro.
Leerla.
Sentir, gozar,
de lo que no pasa.
Sentirla penetrar,
Sin sonrojo.



Sin saberlo

Alguna vez, un alma halló
El alma que le completaba.
Cuando los cuerpos se tuvieron
Olvidaron que había alma.

No llegaron a lo que dura,
Y gozaron de lo que pasa.
Luego se fueron, dividieron
El caudal de su única agua.

Segundo amor

En el principio era el amor.
Sin el amor nada existía
El alma que una vez amó,
Nunca jamás se apagaría.
Volver amar era intentar
Tornar al punto de partida, 
apresar humo, tocar cielos,
poseer la luz infinita.

Volver a amar era querer
Revivir las flores marchitas.
Era escuchar la voz del alma
que llamaba al alma perdida.

Volver a amar era llorar
por la dicha desvanecida.
Era encontrar con quien partir
el pan y el vino de otros dias.

Pero -de sobra sabemos-
solo una vez se ama en la vida.
Volver a amar, es evocar
el amor que colmó la dicha.

Es, sin querer, hacer sufrir.
Sentir la rueda detenida.
Que si el espejo sufre, es porque
la vieja imagen está viva.

En el principio era el amor.

José Hierro

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