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3 jun 2012

Confianza.

Confianza. Apuntes para una yunta de bueyes.

Antes de comenzar anoto que se llora por escuchar como miente tu interlocutor en la creencia de que tú eres ignorante. Lloro cuandn quien habla entiende que me engaña. Si mi voz no se escucha, no es por estar aceptando como cierto lo que se me dice, sino por sentir no tener con quien hablar.

En otra oasión debo seguir.Voy a lo que voy.

El  concepto "confianza" está íntimamente ligado al de "cero". Y, ambos, tienen su origen en el ámbito del Comercio.

Se refiere que sus orígenes están en el mercado que fluía entre los pueblos del sur de la India y el Medio Oriente actual. Surge de la necesidad de identificar el concepto de "deuda", como aquel punto de coincidencia entre dos mercaderes que conlleva el concepto de riqueza.  La riqueza es la fuerza creadora de una relación fructífera. La riqueza no se dá en una de las partes de esa relación.

Esta relación de intercambio de necesidades creadoras, que se identifica por "mercado",  solo es fructífera, solo está viva, si la riqueza están en las dos partes que la constituyen; partes que se identifican como Demanda y Oferta. Cuando la riqueza, o presencia, es de una de las partes, el sistema de mercado, se enferma, tiende al "aislamiento", a la "fractura".

Es lo que está sucediendo con el mercado denominado de "deuda soberana". La compra de deuda está provocando su propio aislamiento, consecuencia de hacerlo a tipos de interés que están ahogando a los estados; esta actitud es la que se denomina "usura".

Hemos de hacer un estudio jurídico del comportamiento "de usura" y del juego que tienen en el mismo las "empresas auditoras", como parte que acora las injurias en tales mercados.

Hoy he estado leyendo la sentencia con pronunciamiento de usura contra el Banco de Santander en su relación comercial con un ciudadano cliente.

Sinceramente, me gustaría que se hiciere un estudio por parte del Estado para tratar de esclarecer este mercado de deuda soberana. Me gustaría participar en dicho estudio.

De momento voy adelantar cosas en relación con el concepto cero y el de confianza. Me gustaría tener pluma para hacerlo con mi complacencia, o satisfacción. Por este motivo, voy a ir haciendo notas para procurar, en un futuro, darle cuerpo con mis manos, hoy cansadas por el trabajo del vivir no acompasado de mis brazos. 

¡Me gustaría tanto compartir este trabajo!.

Un día, hace ya años, con mi carro repleto de paños, llegué a un pueblo, cuyo nombre no recuerdo. Allí, un hombre con pañuelo blanco y cuadros azules, atado al cuello con un nudo que dejaba ver dos puntas cortas,  apoyaba su barbilla sobre sus toscas manos que asían con fuerza el marco del cuarterón de la puerta.

Puerta de una casa un tanto destartalada que en su frontal mostraba la baranda de un corredor y de la cual colgaban ristras de maíz y ramos de fabes, todas doradas por el sol que aquel medio día quemaba mi frente y me obligaba a dar sombra a mis ojos con la mano derecha, que ocupaba con el agarrar fuerte la guillada que utilizaba para azuzar las vacas que tiraban de nuestro carro.
Carro, del país decían de él, que chirriaba con dulzura al traqueteo por la caleya por la que se llegaba al pueblo.

Pueblo que no tendría mas que diez casas y sí mas chiquillos, que gritaban llamándose unos a otros mientras se escondrían tras las esquinas de las cas para observar nuestro cansino caminar.

Al fin llegamos a la altura del paisano que sacudió la cabeza diciendo eso de ¿qué nos traes ahí?, volviendo a sacudir la cabeza hacia nosotros. Cabeza que escasamente sobresalía de los hombros, pués el cuello que mediana era corto y dejaba ver rollas secas que colgaban como collar a lucir. Tiempos eran que el estar gordo hablaba de "casa donde non se pasaba dame". Eran los años cincuenta y ya había parares pa plantar y los panaderos   
Quitaban la fame; pa carne aún no daba la cosecha y les xatines llevávense los jueves a Uviu, donde llera día de mercau. Vendía se debiendo pagar la robla, disculpa pa llevar el gariguelu y entonar un poco antis de volver a casa pasar el tiempo pa no llegar goliendo a vino y, con ello, ponerse a mal tu el día con la so muyer.

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