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19 jun 2012

Hay que sembrar, no comer lo que te dan.

La actividad de este Ejecutivo de España, es pobre, muy pobre. El Ministro de Justicia tratando de hacer propuestas legislativas en base a des legislar lo legislado, como medida de abortar el incesto.

Ayer, me sale el Ministro del Interior diciendo que es la velocidad que permiten las carreteras secundarias es la responsable de la mayor parte de los accidentes.

En las carreteras secundarias no se puede llegar a velocidades que provoquen accidentes.

El lamentable estado del mantenimiento de las carreteras secundarias producen desviaciones en la trayectoria de los vehículos que aumentan el riesgo de colisión entre vehículos. La ausencia e arcenes aumentan el riesgo de colisión entre vehículos y entre estos y los individuos que tienen que ocupar la vía vehicular por la ausencia de arcenes.

El Ministerio del Interior ha de trabajar conjuntamente con el Ministerio llamado de Fomento y no de Obra Pública (es ilustrativo de la situación económica/política actual), para reducir el riesgo de accidente invirtiendo en las causas reales de los accidentes. Ello haría viable la reducción de los costes de seguros de nuestros vehículos.

Es un momento interesante para administrar correctamente "lo público" como locomotora económica, por expresarme con un término utilizado tras el vaciamiento de la actividad económica tras el desastre bélico europeo último.

Recordemos que la pérdida de la actividad productiva fué el volcarnos en recortar todo para dirigirlo a la salva patria, ahora se recorta para dirigirlo a la salva financiera.

Vamos a cultivar a los ciudadanos para recoger su fruto en la primavera que viene.

Venga, pongámonos a sembrar desde antes de nacer hasta después de morir, cada ciudadano, cada fruto sembrado, producirá muchos frutos en la PRIMAVERA.

No esperemos que otros nos den de comer sus migajas. Cultivemos nuestras tierras, nuestros cuidarnos. ¡Ya!.

Rajoy, basta ya de ambigüedades y de culparas al amiguito. No te portas mal por andar en malas compañías. Tus compañías dicen lo mismo de ti, ¡Santín!.

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