He despertado pensando en el profesor de Geografía de primero de Bachiller. Me suspendió por negarme a decir que río era una corriente de agua dulce que discurría por el cauce desde la fuente hasta el mar. Me negué. Me suspendió.
Al acostarme esta noche, lo hice luego de leerme la extraordinaria Enciclopedia del Románico dirigida por Peridis, bueno el tomo de Zamora. Comprendí que hice bien en negarme a decir lo que pretendía que dijera el profesor de Geografía.
Puedo decir de Río lo mismo que dije ayer de la Fibromialgia, Y, sentí ayer leyendo lo que sentí en Granada cuando escuché decir, o sentir Mucarna. O, cuando leo a Klimt en su El Beso, que me hace sentir cuando levanto la mirada allá donde tengo mi sitio de lectura.
Tengo colgados en la pared dos cuadros que representan la tareas cotidianas: cantesiar les madreñes y atizar el fuego del cocido. Cuando despierto, es mi primera mirada. Me acierta con mi ser, por si algún día la memoria me abandona. Soy la tierra que me conformó y me dió conciencia de mi.
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