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17 feb 2013

El mundo de ayer recordado por mi.



Esta referencia del preámbulo de la obra de Zweig la tengo anotada en 1995, tras una conversación con un compañero cantinflas que creía me estaba engañando. Me dejaba quitar la “robe” como si de un teatro fuera. No miraba a los ojos, y sentado se agarraba a su perilla.

Le tengo cariño por aquello que le atribulaba desde que lo habían nacido.

Llevo uno cuantos meses con ella encima de mi mesa, cuando, sin identificarse, me visitó su hijo, sin identificarse. Y, al igual que su padre actuó.

Pongo una imagen de la caracterización de Cantinflas, donde se puede observar como la mímica, la palabra, de nariz a mentón no tiene nada que ver con aquella que desde la nariz le llega a la raíz del pelo, no a la frente. Recordar que Mario Moreno siempre se ponía gafas.




El mundo de ayer visto por mis ojos.

Dr. Francisco Boloña Rodríguez

A Carmita,
mi inseparable compañera, con todo mi amor.
A la memoria de mis 'padres,
para quienes guardo veneración.

Prólogo
Asustado por el cambio operado en el mundo, asustado por el derrumbe de los principios filosóficos, morales y religiosos que significan estos cambios, he querido dejar un relato de cómo era el mundo que se derrumba, cómo se entendían esos principios éticos que menciono y cómo se aplicaban a la vida diaria, no vaya a ser que el equivocado sea yo y que está justificado el proceder materialista de las nuevas generaciones.

Desde luego, yo comprendo que las costumbres, las ideas, la forma de ver las cosas tienen que variar con el transcurso del tiempo, pues si no fuera así seguiríamos viviendo en las cavernas; pero, existiendo principios eternos filosóficos, morales y religiosos que han perdurado desde hace milenios, se me hace difícil entender por qué hoy han dejado de ser eternos sin ser reemplazados por otros mejores.

Creo que el principio de la filosofía kantiana, del "Obra de modo que la razón de tu acción pueda ser elevada a norma universal de conducta" sigue siendo válido, porque pertenece a esos principios inmutables que han permitido que la humanidad haya subsistido, haya progresado y haya alcanzado el nivel elevado que tiene. Pero lo que se me hace incomprensible es la causa por la que hoy, para la gran masa humana, han dejado de tener valor y de ser aplicados en el diario vivir.

Si pensamos que la causa de ello es el extraordinario desarrollo de la técnica y de la ciencia, que trata de destruir con argumentos materiales principios espirituales, tendríamos que convenir que sólo somos unos primates dentro del orden zoológico, pero sería inexplicable cómo ese primate y no los demás animales ha podido llegar a comprender la profundidad del pensamiento cristiano, que ha perdurado durante dos mil años sin perder la exactitud del razonamiento que contiene.

Por eso, asustado por la forma cómo el mundo se transforma en un conjunto de seres que desconocen lo hermoso del pensamiento humano, y que hasta se vanaglorian de su agnosticismo, he querido hacer un recuerdo del mundo en el cual todavía existían baluartes como el amor, el honor, la virtud, la belleza y la moral, que hoy se van esfumando.

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