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29 nov 2012

Los Cien Mil hijos de San Augusto.¡Vaya, otra vez con lo mismo!.

A mis Cien Mil Hijos de San Augusto.

"Empleo las palabras que me has enseñado. Si no significan nada, enséñame otras. O deja que me calle".
Samuel Beckett

Cuando tu hijo te responde así, a tú pregunta"Contesta. ¿Porqué no me contestad?. Piensa que el sentimiento de fracaso que tienes que responderte: "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa mejor" (Beckett). Así recuerdo que se encontraba Augusto Pérez cuando su madre le preguntó porque quería estudiar Física y no Medicina.

Toda una vida volviendo a intentarlo. Al final, hace ya dos años, el 25 de Agosto, lo comprendí: no era yo, yo era otro Augusto y mi Familia no era mi Familia. Era huérfano. No, aún más absurdo, fui adoptado. 

Hoy, sigo intentando comprender que yo no soy hijo de Dios, sino adoptado por Dios. ¡Padre, aparta de mi esta Pena y deja que camine por otro sendero, por el camino que yo desbroce!. Pero no, ¡hágase Mi Voluntad y no la Tuya!. Lucharé para olvidar que hubo un día que viví como Hombre por Tú Mandato para Gloria Tuya. Viviré como Dios Creador de Mi y no viviré como Hijo de Dios, Redentor de los Hombres. No seré más Pastor ni más Cordero y no compartiré más Eucaristía.

Tengo interés por mi vida porque he fracasado en todo camino que emprendí y siempre volví a intentarlo. Mis cenizas no descansarán en paz mientras no reúna las de mi Padre y juntas no darán descanso hasta que la locura haga precipitarse lleno de terror eterno a quién las arrojó al sentirse fracasado sin saber que lo había sido su ambición (Lord Byron).

Bueno, las palabras de este hombre me han sacado de la ambición que he tenido por poder hacerme entender, siempre reconociendo que no poder hacerlo era para mi un fracaso que me hacia dar un paso más, un paso más para superar mi incapacidad de abandonar el humus.

1 comentario:

  1. Buenas tardes, con el debido respeto. No sé si Jesús Cristo tenía abuela, las fuentes que respondieren tal, quizá ficieren preciso un previo acúmulo de Fé, no en Él, en ellas.

    Al caso, debidamente respetuoso, debo decir que de mi Abuela aprendí la bondad de la humildad, la nobleza personal en casa pobre que se labra el día a día, trabajando, conviviendo, labrando una rectitud que, más o menos, más o menos, intenta ser guía en el camino de la vida. Y nótese el influjo, jamás el orgullo despuntó en mí carácter a excepción de una cosa: tener a gala que en mi familia no había ricos, todos obreros, campesinos y amas de casa.

    Bueno, luego descubres garbanzos negros sin otro mérito que dinero, acciones, etc, pero eso ya es otra historia. Un saludo cordial.

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