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4 nov 2012

María Garzón: "Suprema Injusticia".

María Garzón.
Esta noche me llamó Augusto Pérez, ya tarde.  Estaba haciendo la nota sobre el concepto de dolor, de relación causal, o fisiopatológico. Del dolor basado en la descripción de su observación, no es mi cometido, lo es de los ex rudos, o sabios. Como soy non ex rudo, me toca hablar del concepto dolor desde el conocimiento y no desde la sapiencia.

Bueno, decía que me llamó Augusto Pérez de madrugada para desayunar juntos y comentar hechos de política familiar, ya que sabia que iba a ir con Paco a conocer la Torre de Soto. Me dijo: quiero que me digas la razón de tal visita, ya que después de 60 años sin haber mostrado interés, o, mejor dicho, negar su existencia, o, para ser más preciso, negar tu relación con ella, el que ahora sí lo tengas, me gustaría saberlo.

En fin, después de media hora al teléfono me citó para las ocho, donde siempre. Me citó, no me preguntó.

Al llegar me lo encontré con un libro en su mano izquierda que movía, como si de un herrero se tratara. Estaba de pié frente a un hombre de pelo canoso que peinaba hacia atrás y mostraba cara de asombro hacia mi, al ver que me acercaba. Al llegar a la mesa, Augusto tiró el libro de tapas amarillas y negras que tenía en la mano. Se sentó, mientras aquel hombre salía del Comedor.

¿Qué pasaba?, le pregunté. Nada, que ese Sujeto, me dijo porqué leía este libro. Me lo ofreció y leí que llevaba por título "Suprema Injusticia"y su autora era María Garzón.

Supongo el resto, Augusto. Tranquilo, vamos a lo nuestro. Lo nuestro, también es esto, me respondió,  abriendo los ojos, tanto que los párpados le cubrían las cejas.

Sí, lo de siempre.
Tenga, El País. Ahora dice la Alcaldesa. Bueno, lo de siempre.
Me llegaron las fotos que os hizo Augusto en el viaje a Soto. ¡Esa torre se está cayendo!.

Otro día os cuento lo que mi hermano Augusto y yo hemos hablado. Ahora no tengo ganas.

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