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14 jul 2015

Europa, con los pies hinchados, mata a su padre.

Hace cinco días que recuperé la sensibilidad en la planta y dedos izquierdos correspondiente a la raíz S1, comprometida por la hernia discal L5//S1en los últimos días del mes de Agosto del año 2000. Ello hace posible que recupere la pisada talón, borde externo del pié y dedos .para cerrar la pisada con el apoyo del primer dedo, recuperado hace un año. Ello supone una sobrecarga de la articulación de la pierna con el pié produciendo una dificultad en el drenaje linfático que se traduce por "hinchazón" del tobillo y pié. Este hecho me recuerda el Mito de Edipo, o el de los pies hinchados.


Edipo, hijo de Layo y Yocasta, era rey de Tebas. Mató a su padre y desposó a su madre, sin saberlo.


Es momento de recordar que Europa mata a uno de sus padres, Grecia. Ahora estoy expectante para saber con quien se casa.


Europa tiene sus pies hinchados allá por el Sur.



¡El puñal, el puñal, hermana mía! 
Repudio la bebida que envenena; 
no merece una muerte tan serena quien supo asesinar a sangre fría.


El adulterio no merecería 
castigo tan cruel; sólo enajena; 
pero en mi mente sin cesar resuena el grito de mi padre cada día.


Madre y amante en pacto tenebroso  
para arrancar la vida del esposo, 
por el puñal del hijo han de morir.


Y si las Furias has de perseguirme,  
de lugar en lugar habré de irme, 
pero nunca de mí tendré que huir. 




El Estado del Reino de España, la Sociedad De España y cada una de las personas de España, han de releer los acuerdos, las causas y circunstancias que les permita sobre-existir ante una probable situación similar a la acaecida, y en curso, en las relaciones entre ellos y su hijo Unión Europea.

Es una situación difícil de afrontar por parte de un padre que su hijo lo quiera matar. Los mitos responden a descripciones de hechos sucedidos y no creados.

Todo Proyecto ha de llevar en su Diseño, los momentos y circunstancias de probable Aborto y, con ellas, soluciones posibles que aseguren la continuidad del Sistema al que el Proyecto va destinado.

En mi Proyecto Personal estaba como probable el que tuviera que servir obligatoriamente al dictador Francisco Franco. Mi padre y yo diseñamos un proyecto que tenía por fin evitar re ir a quien era desleal con el Estado de España. El mismo se basaba en retrasar todo lo posible mi obligatoria, por fuerza, incorporación al ejército desleal e ilegítimo; podría esperar a que muriese por degeneración o lo matasen por necesidad. En el Diseño estaba, y está, un plan de espacio, tiempo y recursos para abortar mi propósito de seguir cohabitando con los genocidas para cumplir con el mandato, genéticamente condicionado, de hacer mi vida biológica en la Península -no entendimos nunca un pueblo Ibérico parcelado por dos genocidas. Llegado el año de cumplir treinta años de mi nacimiento no habíamos previsto que el genocida obligaba a la incorporación al ejército sedicioso. En febrero de ese año me incorporé al ejército sedicioso cambiando el Plan de Aborto: en vez de evitar la incorporación diseñar como salir del ejército sedicioso al que me incorporaría como topo para estudiar los procedimientos de lo que yo denominaría entonces "Asistencia Asesina", pues entonces me encontraba en pleno desarrollo de la informatización, o documentación asistencial médica, de salud, educación, legislativa y administración política local; estudio formal iniciado en el verano de 1973 en Copenhage  bajo el título The European Green System.

Mi padre, con los recursos de la Familia, dotó económicamente el Proyecto de Aborto que era como el de la Píldora del Día Anterior, pues nos teníamos que anticipar. 

En el mes de Noviembre mataban al dictador Franco. Se sucedieron días de alerta en los que se puso en marcha la Fase de "Asistencia a la familia del target", que se puso en marcha desde Toulouse-Ornáis.

Hoy es día de tener dispuesto un plan de aborto de mi pertenencia al Estsdo del Reino de España.

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Apuesta muy exigente

El plan europeo para Grecia es más duro en lo político que en lo económico

El País, 14-07-15





El programa para Grecia acordado por el Eurogrupo de primeros ministros (ya al borde del abismo) es muy exigente. Solo gracias a ello se logró el consenso entre todos los socios de la moneda única para dispensar en el futuro un tercer rescate financiero capaz de contribuir a que se reúnan los más de 80.000 millones de euros de financiación externa que necesita la economía griega.
El acuerdo unánime era indispensable para evitar la salida de Grecia de la eurozona, algo contrario a la voluntad de los griegos y que les habría condenado a afrontar costes mucho más duros. Y que, al mismo tiempo, hubiera erosionado gravemente la credibilidad del euro y de la propia UE, de la que la moneda única es ariete económico y símbolo político.
Por eso —porque los objetivos principales se han logrado— el acuerdo es fundamentalmente positivo. Y debería dar paso a una mayor profundización de la unión económica y monetaria, ya no en clave defensiva, sino más proactiva y propositiva.
Pero no cabe ocultar las pérdidas generadas en casi un semestre de tensión extrema: económicamente, para los griegos, cuyo Gobierno ha dejado evaporar los tímidos apuntes de recuperación heredados. Y para la política europea, absorbida monotemáticamente en este asunto, lo que ha impedido desplegar un mejor ritmo en los nuevos proyectos de inversión y de culminación del mercado interior, que afortunadamente ya están en marcha.
También deberá diluirse el coste psicológico del duro enfrentamiento registrado: entre los actores políticos, pero también, aunque más soterradamente, entre las distintas opiniones públicas. Si el acuerdo debe ser un trampolín válido de futuro y no un símbolo de todas las desgracias, insuficiencias y animosidades registradas estos meses, conviene que esa mayor integración europea se acelere, sobre todo en lo que genera más adhesión e ilusiones: recuperación económica, lucha por el empleo, mejora tecnológica de la competitividad, cohesión social...
Grecia tiene en ello un papel específico y esencial. Pero nada fácil. Y no porque los detalles del acuerdo final deban incrementar la austeridad de las capas sociales más débiles que ya la han experimentado: las medidas de recorte en el gasto e incremento en el ingreso a adoptar por Atenas son esencialmente equivalentes a las que obtuvieron (casi) el consenso a final de junio, y que finalmente Atenas rompió unilateralmente con el referéndum. Aunque a ellas se le añada un elemento nuevo, el fondo de privatizaciones, que actuará como garantía de todo el proceso.
Lo más arduo no radica en el ámbito económico-social, sino en el político. En el aumento del control de los socios sobre las acciones de un Gobierno del que siguen desconfiando; en la revalidación de la troika, bajo otro nombre; en la continuidad de la presencia del FMI; en el retroceso de las medidas tomadas por el nuevo Gobierno contra la voluntad de las instituciones; en la estricta condicionalidad que supone aplazar cualquier desembolso al cumplimiento —por el Gobierno y el Parlamento griegos— de lo acordado. El presunto mayor logro, el alivio de la deuda, se fía al futuro, y en los términos ya acordados en noviembre de 2012, excluyendo quitas. Ya estaba, pues, encima de la mesa.
Alexis Tsipras convocó el referéndum pretendiendo reforzar su posición. El resultado ha sido el inverso. Ha encajado que su programa inicial haya sido vapuleado y borrado. Al final ha tenido la lucidez de no condenar a su pueblo a la condición de paria mundial (como le aconsejaban algunos gurús oportunistas); deberá emplear esa lucidez en este momento para convencer a sus conciudadanos de que, ahora, puede ser responsable.

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