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12 jul 2015

Rajoy es expulsado por sus hijos. ¡Ay, coño con los titanes, o baronets!

Hoy he recibido en consulta a un apesadumbrado paciente de cuyo nombre no puedo hablar  (LODP y CEM, todo encriptado como si fuera esto un consejero no de ministrines)

El Presidente del Poder Ejecutivo del Estado del Reino de España, tiene un problema grave de salud: se puede observar por dos hechos: tiene papada "floja"' el cuello se le ha ido hacia delante, la mandíbula como consecuencia, también, por lo que ha reducido los alimentos masticables y con ello, ha reducido la capacidad oral de alimentos -desnutrición- y la comunicación con los comensales se ha reducido que, o no habla o come solo. El desplazamiento anterior le hace perder atención -se le va "el santo al cielo- y ganar en amnesia nominal , o no recordar el nombre de personas y cosas. Esta situación le hace roncar, con lo cual no descansa y le crea inestabilidad emocional por los despertamientos frecuentes y no conscientes. Tiene muchos frentes abiertos y que percibe son condenatorios con penas largas, tan largas que no le permitirán retomar el camino deseado. 

Diagnóstico: ha visitado al servidor Santiago sin haberlo hecho primero al señor Salvador. Don Mariano Rajoy -no tengo familiaridad en el trato-, se ha olvidado de Asturias y tal pecado no tiene penitencia.



La última apuesta de Rajoy
Día 12/07/2015 - 03.39h



Frunce el ceño y acusa con el dedo índice izquierdo (duda). Este "mimo" lo pintó Miguel Ángel titulándole "La expulsión de Adán y Eva del Paraíso"; sin embargo la Iglesia del Hijo del Creador, lo tituló la Creación para no dejar manifiesto que el Dios Creador se había equivocado y no la "pareja" creada por él. Mariano Rajoy les dice a sus sicarios que la culpa la tienen ellos y no su mandato. Don Mariano Rajoy, sus criaturas le van a expulsar del Paraíso que les había prometido con tanta riqueza de frutos y que resultó ser un cementerio asió estrado donde aún hablan, bajo las losas, quienes te han engendrado. Coño con Franco y los micelios de Don Manuel.



Mariano Rajoy se ha propuesto vencer al propio Rajoy: romper con la imagen fría y distante con la que le relacionan muchos españoles, y atraerse de nuevo a los votantes que han abandonado al PP porque lo identifican con los recortes y la corrupción. Después de una legislatura algo más que «horribilis», con todos los elementos en contra, las vacas flacas han llegado al PP también en forma de resultados electorales adversos, lo que aviva las críticas internas. Frente a todo ello, la receta del presidente es sólo una: más Rajoy.
El líder del PP ha pensado, reflexionado y analizado, y su conclusión ha sido una: lo hemos hecho bien, pero no lo hemos explicado. Y a esa tarea se ha puesto, empleándose a fondo. Con la pasión del converso, se entrega ahora a los micrófonos como en otro tiempo los rehuyó. Ha multiplicado sus apariciones públicas, las entrevistas concedidas -en el último mes, varias en radios y televisión-, y los «corrillos» informales con periodistas. Y aunque es cierto que gana en las distancias cortas, sigue sin poder disimular la desconfianza absoluta que siente por los medios.
Además, también ha introducido cambios en el partido, renovando caras y «diluyendo» el poder -o la imagen del poder, al menos- entre varios nuevos vicesecretarios. Hasta se ha cambiado el logo, con la gaviota encerrada ahora en un círculo junto con las siglas. Pero la principal aportación del presidente en la sede popular de Génova ha sido su decisión de colocar como director de campaña a Jorge Moragas, o lo que es igual, al mismo Rajoy, puesto que es uno de sus más estrechos colaboradores. «Rajoy toma las riendas del partido», fue el titular común de los medios al día siguiente de sus cambios en el PP.
La implicación personal del presidente, que ya fue grande en la campaña del 24-M -con mítines con presencia de Rajoy en todas las comunidades autónomas y paseos callejeros en muchas localidades- promete ir todavía a más en la próxima campaña de las generales. No quiere dejar nada sin hacer; sabe que su partido se juega mucho, y él personalmente también: no son pocas las voces críticas que se han escuchado tras la pérdida de poder en las autonómicas y municipales; un nuevo tropezón en las generales no se lo perdonarían.
Atrás, muy atrás, queda aquella noche de marzo de 2008 en la que, tras perder por segunda vez las elecciones, abrazaba a su esposa, Viri, inconsolable en su tristeza en el balcón de Génova, mientras en el interior algunos afilaban los cuchillos. Después llegaron las dos citas electorales de 2011 y el triunfo mayor del PP en toda su historia. Tan cercano como hace sólo cuatro años; tan olvidado que algunos lo dan por amortizado.

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