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16 may 2012

El volumen del cubo



Hoy, salí tranquilo del quirófano, como siempre. En el quirófano me siento tranquilo, siempre fué agradable y tranquilo. Trabajé y trabajo con compañeros que me dan confianza personal y profesional. He tenido suerte.
Ya en el coche pasaba un chaval de unos ocho años mirando al suelo o a su pisada. Se dió la vuelta y se quedó mirándome a los ojos, nuestras miradas se cruzaron, aprecié una pregunta sin querer hacerla.

Recordé el día que la profesora Josefina Vázquez quiso saber mi nivel de estudios. No me preguntó que conocimientos tenía. Me espetó, desconfiada, ¿Cuál es el volumen del cubo?.  No le respondí y, tozudamente, repitió la pregunta a la que, también con tozudez, respondí con el silencio de mi voz y la negativa respuesta con la mirada.

Tampoco me preguntó, ¿porqué no respondes?.

Estos días le narré esta situación, pasada en la Academia Llana de Oviedo, a una amiga.

Le dije, sin haberme preguntado el motivo, que no le contesté por entender que nadie me tenía que examinar y, porque entendía que buscaba el confundirme, ya que yo sabía cómo calcular el volumen, pero no sabía cuál era el volumen.

Ah, por cierto hijas, ni mis padres y abuelo me preguntaron lo que motivó que golpeara con fuerza no medida al fraile, un mes antes del examen de ingreso en Bachiller. Yo les pregunté el motivo por el que no quisieron que continuara en el Colegio Santo Domingo. No quise decirles que me perjudicaría al no poder hacer el examen de ingreso. 

Pensé que sería mostrarme débil ante ellos. Hacerme fuerte lo haría la nueva situación que se me presentaba. 

Hace unos meses he tenido un problema de salud física. Nadie me ha preguntado qué me pasó. 

Ni los médicos me han preguntado. Tampoco vosotras.

Sentado, envuelto en la mer,  pregunto a mi memoria, asiéndola y observando que toma la forma que deseo. Una mer que desde los primeros años noventa me acompaña, no permitiendo cerrar mis oídos ni abrir mis ojos mientras mis manos se apoyan en las rodillas que no me han dejado coger el tren que elegía en vez de la clase de Formación del Espíritu Nacional del Instituto.

¡Ah!, sabíais que hice el Bachiller en el Instituto Alfonso II El Casto. 

1 comentario:

  1. Me gusta más cuando hablas en primera persona, cuando nos cuentas cosas que te han pasado y todo es más personal y accesible. Así es más apetecible comentar...
    Y en cuanto a las preguntas, esa preguntas que nos hacen... ¡¡¡Madre mia!!!, Ahora me doy cuenta de cuánto me parezco a mi padre... Cuántas veces no he contestado, en clase, con amigos o contigo porque no entiendo el hecho de que alguien tenga/quiera examinarme.

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