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8 dic 2015

De despertares a ensoñaciones, de Sacks a García Mauriño




Leyendo a Matilde García Mauriño (A donde los ojos me llevan) se me hizo presente, que no recordé, Despertares de Oliver Sacks y cuando hace referencia a esta obra en Movimiento. Una vida.

A principios de 1970, The Lancet habia publicado mis cuatro cartas al director acerca de mis pacientes postencefalíticos, y su relación con L-dopa. Suponía que esas cartas solo las leerían mis colegas médicos, y me quedé muy sorprendido cuando, un mes más tarde, la hermana de Rose R., una de mis pacientes, me mostró un ejemplar del Daily News de Nueva York, que reproducía, de hecho destacaba, una de mis cartas bajo un titular.
"¿Esta es su discreción médica?", me preguntó, agitando el periódico delante de mi. Aunque solo una amiga íntima o pariente podría ue no se habían filtrado haber reconocido a la paciente a partir de esa descripción, yo me quedé escandalizado como ella: no se me había ocurrido que The Lancet cediera un artículo a una agencia de noticias; creía que los textos profesionales piseían una circulación muy limitada, y que nunca llegaban a la esfera pública.

A mediados de la décasa de 1960 había escrito algunos artículos un poco màs técnicos -para publicaciones como Neurology y Acta Neuropathologica-, que no se habían filtrado a las agencias de noticias. Pero shora, con los "despertares" de mis pacientes, habia entrado en un ámbito mucho más ámplio, y esa fue la introducción una zona muy delicada y a veces ambigua: el límite o zona fronteriza entre lo que se puede eecir y lo que no.

Naturalmente, no podría haber escrito Despertares sin el acicate y el permiso de los pacientes, que experimentaban la desalentadora sensación de que la sociedad se había desambarazado de ellos, los había encerrado, olvidado, y ahora querían construir su historia. No obstante, después del episodio del Daily News, ya no tenía tan claro si quería que Despertares se publicara en Estados Unidos. Pero de algún modo una de mis pacientes se enteró de la publicación en Inglaterra y le escribió s Colin, quien le mandó un ejemplar de Despertares. Y entonces ya no hubo manera de ocultarlo.

A diferencia de Migraña, que había tenido buenas reseñas tanto en el ámbito médico como en el ámbito no especializado, la publicación Despertares fue recibida con desconcierto.

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