El Azul al que señalo que he de seguir.

A Asturias. A mis hijas. A los nietos que espero. A los hijos de mis nietos, a quienes empujaré a caminar en el Azul.

Quise madre, tocar el azul con mi dedo índice.

Cuando lo hice el azul se rasgó,  madre. 

Y del azul salió el amarillo que llenó de calor. 

Madre, el azul está herido. 

Madre con mis dientes tomo el azul y con mis muñones contra mi pecho abrazo. 

Madre el calor amarillo del azul me abrasa. 

No dejaré que el azul se lo lleve el oscuro y frío invierno que de mi se apodera.

 Madre, llevaré conmigo el azul mientras su amarillo haga latir mi corazón y la memoria de mis hijas tiren de él. 

Madre, el azul no se lo llevará el negro, de más allá. 

Espera madre, espérame y veme llegar, con el azul contra mi pecho y el amarillo latiendo mi corazón. 

Madre siento lejano el latir. 

Madre, no me dejaré ir. 

Mis hijas tendrán hijos que no me dejaran ir. 

Hijos con memoria envuelta en el azul que un día me diste y que con orgullo ante el negro lucí.