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22 jun 2013

La prudencia, la prudencia, el prudente.


Otro sábado llegó.

Si os sirve mi opinión, leer hoy, en familia, "El arte de la prudencia", de Baltasar Gracián.

Pongo,  como ejemplo y para provocar en vosotros, unas reflexiones que elegí pensando en las nada atinadas manifestaciones en materia de Educación e Integración Social que no "empleo joven", desafortunado propósito de aquellos que "administran lo público".

195. Valora a todos, que de cualquiera puedes aprender. Ninguno hay que no pueda ser maestro tuyo en algo, como no hay quien no supere en algún aspecto a quien sea su jefe. Saber aprovechar lo mejor de cada uno es una útil sabiduría. El hombre sabio valora a todos, pues reconoce las mejores partes de cada uno, y sabe lo que cuesta hacer las cosas bien. El necio desprecia a todos porque ignora dónde está lo bueno y valioso, y por eso casi siempre yerra, y selecciona lo peor.

196. Conoce en qué oficio eres estrella, y descubrirás tu estrella. No hay nadie tan poco dotado que no tenga una vocación especial; y si es poco dotado es por no conocerla. Algunos llegan a ser príncipes poderosos sin saber cómo ni por qué lo consiguieron. Una suerte, una fuerza desconocida, una fuerte vocación les facilitó el logro, y después sólo tienen que trabajar para ayudarla y conservarla. Otros son alcanzados por la gracia de ser sabios. Muchos son mejor recibidos en un país que en otro, o en una ciudad mejor que en otra. También hay gente que se siente más feliz en una profesión que en otras, a pesar de ambas gustarle igual, y tener semejantes méritos y habilidades. El azar se mueve como quiere y cuando quiere. El deber tuyo es conocer la tuya, así como medir el alcance de tu inteligencia, para saber dónde puedes perder o ganar. Aprende a seguir y ayudar tu destino, tu azar, tu suerte, tu estrella. No trates de cambiarla, pues sería equivocar el camino de tu destino que te llama.

197.  Nunca cargues con los necios. Asociarse con los necios es un error de quien no los conoce, y un grave error de quien los conoce y no se separa de ellos. Son personas peligrosas para las relaciones superficiales, y muy dañinas para los negocios que requieren confianza y discreción. Y aunque durante un tiempo contengan su resentimiento y la envidia de lo ajeno, más temprano que tarde, hacen o dicen algo que te hará daño. Piensa que si tardaron, fue para hacerla más grande y perjudicial. Quien no tiene prestigio, jamás podrá ayudar al prestigio ajeno. Son infelices e inconformes, y son un sobrepeso que lleva quien carga al necio. La única cosa buena que tiene un necio es que sus errores sirven de experiencia a los sabios, por haberlas oído decir, o por haber sufrido el escarmiento de asociarse a ellos.

198. Viaja, que todo extranjero es bienvenido. Haz como algunas naciones, que buscando progresar se han separado de los que les dieron origen, para lograr la grandeza. La patria donde naciste es en ocasiones un obstáculo para tu progreso, pues los que comparten tu nacionalidad pueden tener envidia de ti, porque siendo su compatriota, eres más culto y sabio. Y se ocupan de destacar más las debilidades con que comenzaste, que la grandeza que has alcanzado. Hasta un alfiler puede hacerse importante al pasar de un mundo a otro, y un vidrio puede despreciar al diamante, si se muda adonde sea más útil. Todo lo extranjero es estimado, ya sea por el misterio que lleva lo que vino de lejos, ya porque lo vemos hecho y derecho, sin haber conocido las vicisitudes de su crecimiento. Hay gentes que fueron la burla de su país, y hoy son lo más  honorable del mundo, logrando la admiración de las personas de su tierra y de los extranjeros, sólo por haberse trasladado. Nunca venerará bien la escultura a aquel que conoció el tronco muerto de donde salió. Aprende a viajar, a trasladarte, a trasplantarte.

¿Qué es leer?, ¿qué fin tiene?, ¿qué recursos utilizamos?.

¿Alguien te escucha cuando lees?.

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